Me han salido cantarines. No podía ser de otra manera, con una madre friki que canta musicales a grito pelado en la cocina, en el coche y en cualquier momento que se presente. Y ellos, monitos de imitación, allá se arrancan a cantar en cuanto tienen ocasión.
David es el que más disfruta la música. No solo canta, entona, afina y lleva el ritmo increíblemente bien para su edad, sino que se mete de lleno en la canción y la escenifica. Canta con todo el cuerpo. Y si la canción tiene un final apoteósico, mejor que mejor... Sus canciones suelen terminar así:
Y yo, que me emociono con cualquier cosa, no me puedo sacar la sonrisa de la boca cuando le veo así. Me encanta. Porque yo lo hago también, a escondidas y con ese miedo al ridículo que vamos ganando con los años (seremos tontos???).
Hoy viernes, con proyectos emocionantes a la vista y con el finde por delante, me siento como él. Y podría ir así por la calle...
... y me mirarían raro... Pero ¿y qué?? De momento me quedo con mi pequeño rinconcito de Broadway en mi cocina. Tengo el mejor público del mundo.
Yupi!!!!!!
ResponderEliminarBuen fin de semana ...ya me contarás qeu te tres entre manos!
besitos.
Pilar