Martín se adapta increíblemente bien a su nuevo hogar. Desde luego en estos últimos días le hemos puesto a prueba vez tras vez, y ahí sigue, como un campeón. De la tienda de mascotas, al campamento. Allí lo ganaron Mateo y Miguel, así que se vino en coche una horita hasta la casa del abuelo, y al día siguiente cuatro horas más hasta Salamanca. Nuevo cambio de residencia, y una "pecera" para él sólo (y lo entrecomillo, porque en realidad... es un florero).
Y estos días ha tenido que soportar estoicamente el continuo acoso de tres niños encandilados con cada uno de sus movimientos, que acompañan cada bocado que da a su comida con grititos emocionados ("mira qué mono, cómo come!! Hola, Martíííííínnn!!!"). Dime tú quien come a gusto así. O vive relajado.
Igual que con Pepita, estaba yo un poco con miedo a que no soportara tanto estrés el pobre animalito... pero al igual que nuestras pacientes y resignadas tortugas, Martín parece haberse acostumbrado al trajín de esta casa. Así de difícil es hacerle fotos, que ha cogido el ritmo de mis tres bichillos y no hay quien le enfoque!!
Seguiremos informando... en intentando hacerle alguna foto decente!
Me chiflan Rebe... la primera de Martín... jijiji.
ResponderEliminarMenudo modelo más fascinante Muaks.