Nunca sabes lo que tienes...

... hasta que dejas de tenerlo. Así son las cosas. Cuando están juntos se pasan media vida discutiendo por el mismo juguete, por quien es el primero en jugar la partida a lo-que-sea, por quien decide qué dibujos poner en la tele, por quien será el primero en contar esa cosa tan importante que tienen que contar (los tres a la vez...). Y en cuanto no están juntos, empieza la cantinela: "¿Dónde están Mateo y Miguel? ¡Quiero a mis hermanitoooooossss!!!".

Y así llorando todo el camino de vuelta desde Marín. Cuando vio que sus hermanos no volvían al coche, sino que se quedaban en el campamento, empezó la tragedia. Y continuó por la noche. A ver quién es el guapo que duerme en una habitación vacía, después de estar acostumbrado a juerga para tres cada noche. Y siguió por la mañana. "Yupiii!! Vamos a desayunaaaaarrr!!!!.... ¿Y dónde están Mateo y Miguel??"... Y vuelta a llorar. Y llamaba el cartero. "¿Quién era? ¿Mateo y Miguel?"...

Así ha seguido todo el día... a ratos. Y sin separarse de mi lado. O yo del suyo. "Ven, mami, mira como juego / veo la tele / pinto / bailo /...etc". Para cualquier cosa necesitaba público. O sea, yo. Y es que es muy duro pasar de familia numerosa a hijo único. Vaya rollazo!

Cuando su padre y el abuelo Elviro vinieron al rescate (llevárselo de paseo, muy a regañadientes, por cierto), conseguí empezar la operación "Recuperación del despacho", que me va a llevar cuatro veranos por lo menos hacer que aquello vuelva a parecer una habitación... Creo que no había ni una sola ficha / fotocopia / flashcard... en su sitio correcto. Y aparecieron cosas que ni sabía que estaban allí!! Porque ya se sabe....

 Y yo que soy muy histérica para estas cosas me descompongo con tanta desorganización. Así que nada mejor que un paseíto al atardecer en buena compañía con muuuchas fotos y parte de un video para un proyecto muy especial. No hay mejor recargapilas... Bueno, sí, una tarde de masajes y spa, pero están los tiempos como están...