domingo, 31 de marzo de 2013

La máquina del tiempo

Los tiempos cambian. Hoy los niños tienen millones de maneras de pasar una tarde lluviosa o de distraerse en un rato que tengan libre. Estos hijos de las nuevas tecnologías nacen dándole con el dedo a cualquier pantalla que se les ponga delante, aunque sea la de la tele. Y a la que te descuidas, te han cogido el móvil y están practicando sumas online. Modernos ellos.


Pero mis chicos son más de diversiones de las de toda la vida. Y si en la terraza del abuelo se vienen a posar gaviotas, el espectáculo es muchísimo más interesante que cualquier pantalla que haya en el interior.


Mucho mejor que el cine en 3D, donde va a parar! 


Así pasamos el Viernes Santo, Santo y pijamero. El tiempo no estaba para otra cosa, y después del despliegue del día anterior necesitábamos todos un poco de relax.


Ayer hubo tiempo para todo, desde comida familiar con planificación de boda, a pequeño paseo a la playa (con un "tropezón" incluido que acabó con Mateo de nuevo en el agua, qué casualidad...). Pero la tarde quedó Instagramizada.

Hoy la familia numerosa quedó reducida con la vuelta de papi a Salamanca, pero nosotros aprovechamos un milagroso momento en que no llovía para ir a explorar nuevas rutas. Y si pasa un río por allí, diversión asegurada.



Lo del lavadero era como algo de otro mundo para ellos. "¿O sea que antes no había lavadoras????".


Y ahí fue como si volviera atrás en el tiempo. Fuimos hacia mi colegio, pasando por ese río por el que solía ir yo (cuando no estaba la bonita pasarela de madera que han puesto ahora, sino que todo eran helechos y zarzas, pero qué divertido era ir por allí y no por la carretera principal como todo el mundo!!).


Este era mi rincón favorito. Nos quedábamos un rato charlando con las amigas mientras no era hora de entrar a clase. Ahí cogíamos renacuajos en frascos de cristal, para observarlos un rato y devolverlos al río al día siguiente. "¡Qué morro, mami! ¿Y no podemos hacerlo nosotros ahora???".


Emocionados con el paseo y todo lo visto por el camino (un pato, un caballo, una oveja, musgo por todas partes, flores de todas formas y colores.... "¡qué flores tan preciosas!!" , decía David con todo su énfasis). Y de nuevo en la máquina del tiempo cuando sacamos la caja de botones de mi madre, un universo de colorines con montones de posibilidades. Mis hermanos y yo podíamos pasar tardes enteras jugando con ellos, y estos tres protestaban hoy cuando tenían que guardarlos para cenar. Clasificarlos por colores, hacer caras con ellos... ¿Quien quiere pantallas táctiles? :-)

Nos queda otra semana libre por delante, y no sé si será suficiente para todo lo que queremos hacer... si el tiempo nos lo permite!! Y sino, siempre podemos salir a saltar charcos...




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