viernes, 29 de marzo de 2013

De aquí a la eternidad



Fue lo primero que me vino a la cabeza. Y eso que no vi la película (culpable, lo sé, tantas clásicas que no he visto!!). Pero ¿quién no recuerda a ese Burt Lancaster a la orilla del mar, ese beso apasionado con Deborah Kerr?


Si eliminamos de la ecuación a la chica (de lo cual me alegro, en este caso), la cosa acabó más o menos así ayer...

Pero vayamos por partes...



Ya en Marín, disfrutando de unas aceptablemente largas vacaciones, aunque pasadas por agua, no íbamos a dejar que cuatro gotas de lluvia nos recluyeran en casa. Así que botas de agua, chubasqueros, merienda... y una toalla y ropa de cambio "por si acaso" (que en caso de mis hijos, sí o sí va a hacer falta...). A la playa nos fuimos, con la capucha puesta y ganas de pasarlo bien.

David se lo pensó un poco más que sus hermanos, que salieron disparados hacia la orilla en cuanto llegamos...




Pero en cuanto vio lo bien que se lo estaban pasando, allá fue corriendo también. Lo divertido que es jugar a que nos pillen las olas...




Aunque de vez en cuando hacía alguna escapadita arriba de nuevo, que también es super divertido subir y bajar por la rampa...



Y pronto se nos unieron a la fiesta los primos. Aunque ellos viendo el espectáculo desde arriba...

                  

Y con todos los primos juntos, no podía faltar la foto de grupo (con pose princesita de Noa y pose macarrilla de Mateo incluidas....)


Porque la princesita de la casa no pierde detalle. Siempre hiperconjuntada, y que no falte una diadema o tiara super fashion para cada ocasión. :-)

              

Un pequeño paseito con piedras y palos por el camino, y llegamos a la siguiente playa. Nos resguardamos un ratito de la lluvia..


Pero aquellas olas eran demasiada tentación. Enormes!!!


Estaba más que claro lo que iba a pasar... Más agua dentro de las botas que fuera... 


Caladitos hasta los huesos los tres, volvimos a la primera playa. Miguel y David ya se dieron por satisfechos con el remojón, y empezaban a notar el frío, así que prefirieron quedarse jugando lejos de la orilla...


Pero mi Burt Lancaster particular prefirió seguir rebozándose en la arena, cerquita del mar, porque total, una vez mojados, un pelín más de arena y agua ya poco importa...


La gente nos miraba con cara de estar considerando llamar a los servicios sociales, viendo a esos padres desalmados partiéndose de risa mientras su hijo era candidato a la pulmonía del siglo. Y yo no me sacaba de la cabeza la dichosa peli, agradeciendo al menos que esta vez no hubiera protagonista femenina en la escena. 

Un cambio de ropa, coche con calefacción, baño de espuma y leche calentitas, y durmieron como benditos. Y ni una afonía. Chicarrones del norte estos hijos míos...

1 comentario :

  1. ¡¡¡si es que así mola!!! pa la próxima yo me pongo las katiuskas y aparezco :D:DD

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