Aquí seguimos, con media familia, tras la marcha de papá y Mateo. Atrás quedaron Barcelona, Praga y muchas otras aventuras veraniegas... que espero algún día resumir y traer a este rinconcito mío para que al menos quede constancia para el recuerdo.
Este finde le tocó a Mateo pasar los nervios de preparar maleta y contar los minutos antes de irse de campamento. La noche anterior le costó dormir, por más que estuvimos haciendo el payaso para hacerle pensar en otras cosas...
El día del campamento no había quien le hiciera callar... "¿Falta mucho para irnos?", a cada rato. Y tras pasar por la pelu para ir bien fresquito a la aventura, allá nos fuimos.
Emocionado con su tienda de campaña, la más grande de todas que hasta tenía literas dentro! Y con una ventana "para ver el río", decía él. No se puede pedir más.
Mientras iban llegando los 50 niños, los monitores les tenían entretenidos en un circuito de actividades, del que después Miguel y David no querían salir... Hacer equilibrios en cuerdas, escalar, tiro con arco, levantar peso con polea... Cada nueva actividad era una fiesta.
Pero llegó el momento y tuvieron que despedirse, aunque solo sea por 10 días. No sé si en ese momento sentían más dejar a Mateo o las actividades...
Así que estamos disfrutando de unos días de familia menos numerosa que de costumbre, yendo a la playa, saliendo con amigos, jugando con los primos... y echando de menos a los que faltan.
¿Qué tal habéis empezado agosto?
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