El sufrido hermano mediano llevó como pudo la falta de cómplices para sus juegos, entre dibujar, leer y algo de tele. Les grabó mil videos y les hizo tropecientas fotos, así que el proceso vírico lo tenemos perfectamente documentado.
Este finde también se reveló MI cuerpo y exigió recuperar parte del sueño atrasado. Me he sentido culpable de remolonear en cama y en el sofá... pero creo que he acumulado energías para los próximos 4 meses.
Siempre pienso en lo mal visto que está el descanso hoy en día, donde todo debe ser productividad y multitasking: trabajar fuera de casa, cuidar niños, tener la casa como los chorros del oro, hacer muffins, saber calcetar, salir a correr para ponerse estupenda para el verano, y si te sobra algo de tiempo, hacer unos disfraces handmade para la fiesta del cole de tus hijos. Siempre con prisas, siempre con mil tareas pendientes y quejándonos de no tener "tiempo para nada". Haciendo mil cosas pero con la sensación de no disfrutar de ninguna.
A punto de acabar este curso, con el estrés y el papeleo de los últimos días, voto una vez más por un verano slow. Lleno de nuevas experiencias, pero saboreándolas despacito, sin prisa por pasar a la siguiente. Disfrutando el camino con los cinco sentidos puestos en él.
¿Os apuntáis?
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